sábado, 21 de julio de 2012

Aprendiendo: Capitulo 26



Disclaimer:The hunger games no me pertenece.



Me senté en el sofá dándole vueltas a todo. Primero el sueño y ahora el beso de Gale. El mundo estaba contra mi ¿o qué? Al menos ya tenía una cosa clara. Mi amor por Peeta. Se lo había reconocido a la persona que más dudaba de ese amor. Pero no podía evitar estar intranquila. Gale me había besado. Era un hecho. Y dudaba de que pudiera ocultárselo a Peeta. Nada más verle iba a tener el impulso de confesárselo. Era algo que no iba a poder evitar. Era imposible ocultarle algo. La culpabilidad me mataría. Di un puñetazo a uno de los cojines. Maldito Gale.
Y ahora estaba lo de ver a Peeta con el bebe de Annie en brazos, esa sonrisa casi paternal que le estaba regalando al niño, aunque Peeta y yo fuéramos casi niños. Pero habíamos vivido muy rápido, habíamos madurado demasiado rápido. Vivíamos juntos como pareja, era lo que iba después. Los hijos. Cabeceé, era demasiado pronto para hablar de ello. Solo teníamos 18 años, demasiado jóvenes aún para ser padres, me agarraría a eso por el momento, hasta que fuéramos lo suficientemente mayores, entonces pensaría en algo más.
Él no podía obligarme a ser madre. Suspiré. Y yo no podía obligarle a no ser padre ¿no? Me estaba desquiciando antes de tiempo, ahora lo que debíamos lidiar era el asunto de Gale. El beso que me había dado y que yo le había devuelto. Pocos segundos, pero lo hice. Y ahora no podía con la culpabilidad. Me apoyé en el respaldo del sofá y esperé que Gale bajara odiándome a mí misma.
Gale entró en el salón a los pocos minutos, su mano tenía un mejor aspecto, señal de que se había aplicado correctamente las dos cremas. Me levanté y alisé las arrugas de la falda del vestido, para luego encaminarme hacia la salida sin hablarle. Me calcé y volvimos a hacer el mismo camino a la inversa, bajo las mismas condiciones de antes, con las miradas y los cuchicheos a nuestro alrededor. ¿Es que no se cansaban?
—¿Por qué nos miran tanto?
— ¿tú qué crees? vamos vestidos raro, y estoy contigo y no con Peeta, seguro que creen que le he engañado contigo.
— Siempre fueron unos metomentodo en este distrito.
— La gente se aburre Gale, aunque las cosas hayan cambiado, la mayoría sigue viviendo como antes.
— La mayoría son estup…
—Gale, ya vale, deja de odiar tanto— vaya, debería de aplicarme mi propio consejo.
Seguí caminando un paso por delante de él hasta el Edificio de justicia. Entramos y fuimos directamente hacia el gran salón, el mismo hombre de antes comprobó nuestros nombres en una isla y pudimos entrar.
Busqué a Peeta de nuevo desde mi posición y cuando le vi otro trocito de mi mundo se derrumbó, hoy era el día de pasarlo mal, sí o sí. Bailando con Peeta, con una mano en su cintura y otra agarrada por la mano de él estaba Delly. Una hermosa y perfecta Delly. Su vestido lila se ajustaba perfectamente a su curvilíneo cuerpo, marcándole aún más su generoso busto. Ese escote insinuaba que lo que cubría la tela no era pequeño. Y Peeta estaba demasiado cerca de ella, también la agarraba de la cintura. Sonreía mientras que daba vueltas y vueltas al ritmo de la música. De vez en cuando reía a grandes carcajadas. Volvía a divertirse sin mí.
—Parece que el panadero se lo está pasando en grande— Al parecer Gale también lo había visto.
—Cierra el pico guaperas— me giré al reconocer la voz. Johanna me sonreía abiertamente
—Johanna…
—Descerebrada…— rodé los ojos a causa del cómico sobrenombre.
— Sabía que vendrías…
— no iba a perderme el cumpleaños de la gran Sinsajo…— resoplé pero ella me dio un furtivo abrazo.
Miré hacia donde debía estar Gale pero el ya se había alejado, asique volví a centrar mi atención en Johanna. Ella también se veía hermosa. No puedo evitar acariciar la cicatriz que ella misma me había hecho para quitarme el rastreador. Su pelo ha crecido desde la última vez que la vi, está perfectamente cortado a la altura de la oreja, completamente liso, con una pequeña diadema decorándolo para la ocasión. Su vestido verde realza el color de su piel, suspiré, todas las mujeres presentes a la fiesta estaban increíbles.
—¿tengo que darle una paliza a la rubia?— Miró a Delly sonriendo.
— No…— mi voz sonó demasiado triste— Peeta y ella son solo amigos.
— ¿Segura? Ella se está tomando muchas confianzas— en ese momento Delly le recolocaba la corbata a Peeta, él en ningún momento borro la sonrisa de su cara.
— segura, yo no soy tan divertida como ella.
—Pero él está contigo, te quiere y todas esas ñoñerías de enamorados.
—Eso creo…— Ahora fue ella quien puso los ojos en blanco.
—¿Ya has permitido que tu chico disfrute de los placeres carnales?
—¿Qué?
—Qué si tu y Peeta ya habéis tenido sexo.
— ¡Ssssssshhhhhh! ¡Johanna!— le tapé la boca completamente ruborizada— Sí…— susurré
—¿y qué tal?
— Duele como el demonio…— rió con una gran carcajada— pero después muy bien.
—¿Está bien dotado?— La miré interrogante— Qué si su miembro es grande— por suerte eso lo susurro, aún así enrojecí más.
— ¿Hay diferentes tamaños?
—Por supuesto…
— Pues no me parece adecuado contestar a eso.
— O sea, que no, si ya decía yo que tanto decorar pasteles…
— te equivocas…no tengo con qué comparar…pero bueno, pensé que no eran tan grandes.
—¿grande? ¿Cómo?— Me lo pensé dos segundos.
—Más de 20 centímetros seguro ¿eso es grande?
— JO-DER, eso es estar MUY bien dotado.
— ¿Y eso es bueno?
—Es más bueno que malo…
— no lo entiendo…
— Katniss, da igual, disfrútalo y punto.
El color rojo no abandonó mis mejillas hasta pasados unos largos minutos. En los que pude escudriñar toda la sala, buscando a las personas que conocía. Aunque para ser sincera la mayor parte del tiempo mis ojos estuvieron sobre Peeta y sus sonrisas estúpidas a Delly. La rubia empezó a caerme mal casi al instante. Sé que en el 13 había ayudado a Peeta y le había hablado bien de mí. Pero quizás todo eso era para ganarse su cariño y su corazón. Para robármelo, porque Peeta era mío. Siempre lo había sido, y quería que eso siguiera así.
Yo ya me había decidido por él, ahora el no podía dejarme. Ninguna hija de zapatero era mejor que yo ¿no? Apreté los puños hasta clavarme las uñas en las manos. Sabía perfectamente qué sentimiento era ese. Celos. Estaba completamente celosa. Y además tenía miedo. Peeta podía dejarme por ella. ¿A quien quería engañar? Delly era mucho mejor que yo. Seguro. Era más guapa, más alta, con más curvas, más pecho, no tendría pesadillas y además seguro que era una buena ama de casa, seguro que le encantaría cocinar con él.
Cuando Johanna se alejó de mí, con la excusa de saludar a un conocido, y me quedé sola, fui hacia la mesa donde estaba toda la comida y bebida. Tomé una copa en la que eché un líquido de color fucsia. Lo olí y lo probé. Estaba bueno, tenía la chispa del alcohol, pero no me importó, sabía bien, no iba a emborracharme con solo una copa. Luego, con la copa en la mano me dirigí hacia las sillas que había en uno de los laterales de la gran sala y me senté. Peeta aún ni se había dado cuenta de que estaba allí y eso me molestó aun más. Incluso pensé en acercarme a ellos, tirarle del pelo a Delly y arrancarle un par de mechones rubios para que al fin mi chico del pan se diera cuenta de mi presencia. Pero luego lo pensé mejor, no necesitaba montar un escándalo, bastante hablarían ya del baile de Peeta y Delly. Me negaba a ser la novia despechada. Lo sería pero solo en mi fuero interno.
Di un sorbo a la copa y suspiré cuando noté como alguien se sentaba a mi lado. Miré hacia esa dirección, cómo no...Haymitch, aunque no parecía tan borracho.
—Hey…
— Hey…— murmuré
—¿Cansada de bailar encanto?
— Sabes que yo no bailo— extrañamente su aliento no olía a alcohol.
— Pero tu noviete sí…— Le miró y suspiré sonoramente.
—Tengo ojos Haymirch— no quería sonar cortante, pero estaba enfadada con el mundo entero.
—¿Por qué no te acercas y le dices que has llegado?
— ¿Y quitarle la diversión?— sonreí tristemente—mírale…que feliz está.
— te equivocas pequeña…esta divirtiéndose, aunque parezca lo mismo, no es igual a estar feliz.
—lo que sea Haymitch
—¿Sabes cuando he visto feliz a Peeta?— esperó a que le mirara— cuando está a tu lado, cuando estas a menos de 30 centímetros de él, ahí Peeta sí es feliz.
—se que intentas animarme…— Chasqueó la lengua— Sé que Peeta me quiere… Pero mírales juntos…son perfectos.
— Bueno, Peeta ha elegido tu imperfección…
— ¿intenta ser un cumplido?
— intenta ser una forma de que abras los ojos, y de que apartes los celos…deberías haberle visto cuando te fuiste con Gale.
— ¿qué? El sabía que iba a curarle.
— Pero eso no evitó que los celos se apoderaran de él, Delly tuvo que tranquilizarle.
— Peeta ¿celoso?
— MUY celoso, creo que no quedó insulto que no recibiera Gale por su parte.
—Pues cuando se entere…— murmuré para mí misma.
—¿de qué?— me mordí el labio.
—Puede que Gale me besara en mi baño cuando fuimos a casa…— musité— sólo puede…
— ¿dejaste que te besara?
— ¡Ssssshhhh! No le dejé, me aparté, pero me beso unos segundos…y me siento culpable…y más ahora que estoy celosa.
— ¿se lo dirás?
— Tengo que hacerlo…no soportaría la culpa…se que le haré daño…pero mejor ahora que lo sepa ahora y no más tarde…no voy a ocultárselo, no se lo merece.
— como quieras encanto…pero ten cuidado, ya sabes que le pasa con los cambios de humor.
— lo sé, pero no tengo miedo de eso, tengo que decírselo.
— Está bien pero ten cuidado— Sorprendentemente mi mentor me beso en la mejilla, en una muestra de cariño que él no solía dar.
Volví la vista a Peeta que seguía agarrado a Delly bailando con soltura, como si llevaran años haciéndolo juntos. Suspiré de nuevo, ¿y si me acercaba? Me iba a levantar cuando la canción acabó y la gente en la pista aplaudió. Justo en ese momento los ojos de Peeta se posaron en los míos y como un acto reflejo, como si la cintura de Delly en ese momento tomara corriente eléctrica, Peeta la soltó, apartando la mano con demasiada brusquedad. Delly miró hacia donde Peeta miraba y su rostro se tornó aun más blanco. ¿Me tenía miedo? ¿De verdad? Eso era absurdo…
Peeta se giró hacia ella y supuse que le dijo que iba a venir a mi lado, puesto que a los pocos segundos se encamino en mi dirección.
— Has vuelto…
—Hace un rato, te dije que tardaría poco…
— Ya veo…¿Qué tal la mano de Gale?
— Supongo que bien.
—¿Supones?
— Me enfadé con él— suspiré mirando hacia los lados, varios ojos curiosos nos miraban, entre ellos los de Haymitch que no he había apartado de mi lado— ¿Podemos ir a un sitio más intimo? Tengo que decirte algo…
Vi la preocupación y la duda en sus ojos. Trago saliva pesadamente y miro a Haymitch, por el rabillo del ojos vi que este asentía.
—supongo que podemos ir a una de las salas más pequeñas que están aquí al lado…
Peeta me tomó de la mano y tiro de mí para que le siguiera. Tuvimos que sortear a la gente y hacernos unas cuantas fotos antes de abandonar la sala y encaminarnos hacia otra habitación. Cuando entramos Peeta cerró la puerta y para asegurarse de que nadie nos molestamos cerró con llave, ya que la pequeña llave dorada estaba dentro de su cerradura. La habitación parecía un pequeño pero lujoso despacho. Las pareces estaban decoradas con tapices rojos con dibujos dorados, muy parecidos a los de las cortinas del gran salón. El gran ventanal estaba semicubierto por dos grandes cortinas a juego con las paredes, delante de éste, había una enorme mesa de caoba con su enorme silla de cuero a juego. Sin duda aquello imponía, incluso más que el enorme salón de baile. Peeta se apoyó contra la enorme mesa, cruzando los brazos sobre el pecho, en una posición defensiva.
— ¿y bien? ¿qué pasa Katniss?— suspiré apartando la mirada jugando con mis propios dedos, las lágrimas empezaron a pedir permiso para asomar tan pronto como pensé la frase que iba a decirle.
— Gale me besó.


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