jueves, 16 de agosto de 2012

Aprendiendo: Capitulo 33



Disclaimer:The hunger games no me pertenece.


Aguante la respiración esperando a que Peeta me contestara, sin moverme, sin parpadear, sin respirar. Lo había hecho, le había propuesto a Peeta que se casara conmigo. Ni siquiera me di cuenta cuando lo hice, no lo había planeado, no contaba con que mi boca dijera eso, solo pasó. Mis palabras fueron más rápidas que mis pensamientos. Y cuando quise darme cuenta mis labios ya lo habían pronunciado. Pero sí era sincera no me arrepentía de haberlo hecho. Quería que Peeta fuera solo para mí. Mi chico del pan. Mi amigo, mi novio, mi amante y mi esposo. Para siempre.
¿Era un pensamiento egoísta?
Peeta acarició mi espalda y sujetándome de los hombros me obligó a incorporarme para mirarme directamente a los ojos. En los suyos solo podía leer la sorpresa. Si sentía algo más no pude descifrarlo. Se mordió el labio y suspiró.
— Katniss…ya no estoy enfadado. No necesitas decir eso— me esperaba cualquier cosa menos eso, no creía que pensara que lo hacía por su enfado.
—¿qué? No lo digo por eso…yo…
—¿Tú qué?
— Yo te amo…tu me amas…¿no?
— eso no lo dudes…
— y vivimos juntos…quiero que sea así para siempre…
—Solo porque crees que me vas a perder— podía ver la decepción en sus ojos
— ¡No! Solo porque te amo Peeta…— me incliné un poco y deposité un beso en sus labios— te amo y quiero ser tu esposa.
—somos muy jóvenes…
— si a ti no te importa a mi tampoco…— susurré.
Me giré acostándome en la cama. Me sentía estúpida. Y decepcionada. Y dolida. Y asustada. Peeta no quería casarse conmigo. Ahora tendría que recoger los trocitos de mi maltrecho corazón. Me había rechazado y eso dolía más que una espada atravesándote. Le di la espalda, no quería que me viera llorar. Lo último que necesitaba en ese momento era que me viera rota.
Como supuse, él no tardo ni dos segundos en imitarme y acomodarse contra mi cuerpo. Notar su aliento en mi nuca me hizo estremecer de tal manera que tuve que reprenderme a mí misma. Debía contenerme, estaba enfadada.
— Katniss…
— ¿qué?— me maldije al comprobar cómo mi voz tembló.
—No he dicho que no…
Depositó un beso en mi cuello y aunque yo no me moví siguió depositando poco a poco más y más besos. Cuando sus labios dieron paso a sus dientes mi piel ya estaba erizada y mi respiración acelerada. El fuego en mi interior había vuelto a formarse. Maldije a Peeta por eso, pero no traté de pararle. Le había echado tanto de menos que no podía negarme a sus besos.
Una de sus manos viajo acariciando mi dorso hasta uno de mis pechos, el cual acaricio con delicadeza, para luego pasar a masajearlo con una mayor rudeza provocando en mi garganta unos leves gemidos. Aunque intenté girarme Peeta no me lo permitió, atrayéndome más hacia él. Ese hecho me hizo constatar que el sexo de mi chico del pan ya estaba preparado de nuevo para perderse en mi interior. Mi gemido fue mayor al notarlo contra mi cuerpo y busqué su boca para morder sus labios mientras que involuntariamente movía mis caderas contra él, frotándome con suavidad.
Mis pechos pronto dejaron de ser insuficientes para Peeta ya que su mano bajó lentamente hasta la unión de mis piernas. Las separé gustosamente l para dejarla trabajar en mí. Uno de sus dedos pronto encontró mi centro de placer y empezó a estimularlo con suavidad, lo que implicaba que mis gemidos ya eran leves gritos contra los labios de Peeta. Ahora el mismo había empezado a frotarse contra mí. Ese movimiento y su mano jugando en mi intimidad estaban haciendo que mi fuego interno se extendiera cada vez más rápido.
Sus dedos abandonaron esa parte de mi piel que me hacia gritar de placer para perderse en mi interior. Entraban y salían de mí con un ritmo enloquecedor, como siguiera así no iba a tardar en explotar. Pero yo lo que quería es que sus dedos fueran sustituidos por esa dureza que se clavaba en mi trasero cada vez con más fuerza.
—Peeta…
Mi voz suplicante y ronca le hizo acelerar el movimiento de su mano. Y no pude hacer más que dejarme llevar. Me dejé llevar por el placer que me estaba provocando su mano, cerré los ojos intentando ahogar los gemidos en la almohada mientras que los dientes de Peeta tiraban de la piel de mi cuello. Y ocurrió. No soporté más la intensidad de sus dedos entrando en mí y exploté de nuevo con un grito casi desgarrador.
Lo que vino a continuación no me lo esperaba. Sentí como la hombría de Peeta me invadía. Grité. Aquello era lo más excitante que habíamos hecho. Tenerle dentro de mí así colocados me encendió de nuevo al instante. Y no quería que esto acabara. Peeta dejó su mano sobre mi intimidad y empezó a moverse lentamente. Jadeando y gimiendo a mi oído. No pude evitar girar de nuevo la cara y besarle a la vez que acariciaba su pelo. Y en ese momento Peeta me embistió más fuerte. Gemí con intensidad y mordí sus labios dejando que sus movimientos fueran rudos. Me encantaba cuando pasaba de ser ese caballero a esa bestia haciendo el amor.
El fuego en mi interior empezó a invadirme de tal manera que creía que me derretiría entre los brazos de Peeta. Sabía perfectamente que explotaría en pocos segundos. Pero los segundos fueron aún más cortos cuando uno de los dedos de mi chico se posó en mi centro de placer y lo acarició. Dejé que mi fuego explotara a la vez que Peeta mordía mi labio inferior, acto seguido sentí como el también había explotado.
Jadeé mirándole a los ojos con una sonrisa, solo él podía convertir un enfado mío en un encuentro como el que acabábamos de tener. Me besó mezclando nuestros jadeos y él mismo me dio la vuelta para quedar pecho contra pecho.
— Debería haber sido yo quien te pidiera matrimonio…—sus jadeos me impidieron descifrar si solo era un comentario o en realidad estaba molesto.
— Sabes que no soy nada convencional…
— Lo se Katniss…— suspiró incluso entre jadeos— Pero…— me beso en la frente.
— ¿Pero?— yo también suspiré.
— Llevaba planteándomelo mucho tiempo y no sabía cómo ibas a reaccionar y ahora me lo pides tú. Solo estoy sorprendido…— no pude evitar sonreír y besas dulcemente sus labios.
—Bueno…¿sabes qué? Olvida que te lo he pedido… Hazlo tú…— Me acomodé en su pecho.
— Ahora no…— murmuró— cuando llegue el momento.
—De acuerdo…¿sabes que diré que sí no?
—Lo sé…
Sentí sus brazos rodeándome y me tranquilicé un poco aunque me sentía mal por él. Él creía que seguía siendo la antigua Katniss, la que decía "no" al compromiso, no a las relaciones, y no a las bodas. Pero esa Katniss ya no existía. Ahora quería estar al lado de Peeta para siempre. Ser suya y que él fuera mío. De nadie más. Suspiré. Todo eso hacía que a mi cabeza volvieran los malos pensamientos que tuve durante las horas de soledad que Peeta me brindó estos días. ¿habría estado solo? ¿se habría visto con Delly? Solo pensarlo me ponía enferma. No había que ser muy listo para darse cuenta de que Delly quería más que una simple amistad de Peeta. Besé su pecho reuniendo valor y levanté un poco la cabeza para mirarle.
— ¿Adonde ibas estos días por las tardes?
— A la panadería…casi está terminada. Pronto podré trabajar en ella.
—me dejarás mucho tiempo sola…
—Tú vendrás conmigo, puedes trabajar ahí.
— Pero yo no…
— Como dependienta— aclaró, tanto él como yo sabíamos que mis dotes para la cocina no eran muy buenas.
— ¿Te has visto con Delly?— Mejor acabar con la duda cuanto antes. Aunque doliera.
— ¿qué?
— ¿Has visto a Delly estos días?— Sí, sonaba como la típica novia celosa y posesiva, pero no podía evitarlo.
— Katniss…¡estas celosa!— Peeta rió con suavidad y yo golpeé su pecho sin fuerza.
— no, no lo estoy— mentí— solo quiero saberlo.
— Sí…la vi, todos los días, todas las tardes estábamos juntos— bajo su mano por mi espalda acariciándola hasta la última curvatura de ésta. Palidecí casi al instante. Noté perfectamente como mi rostro se quedó sin una gota de sangre. Los celos y la impotencia se apoderaron de mí y un dolor en el pecho se hizo muy intenso. Las lagrimas pedían a gritos salir de mis ojos— es broma Katniss…solo la vi al día siguiente de la fiesta, me preguntó si podía darme su regalo para ti.
— Pero tú no…— aún me costaba pensar que lo de antes fuera una broma— …no tienes un regalo.
— Le dije que no te gustaban los regalos, que era mejor no dártelo.
— Ajam…
— Katniss… Aunque ella quiera algo conmigo, yo solo quiero estar contigo. Solo estás tú para mí.
— y tú solo estás para mí…
Besé sus labios y aunque la sombra de los celos no se había ido del todo le creí. La verdad es que en mi fuero interno sabía que no debía tener miedo a que Peeta me cambiara por otra, me amaba desde siempre, y eso era mucho tiempo. Pero también sabía que Delly era mejor que yo. Y eso era inevitable. Y quizás sus insistencias no tan inocentes hicieran mella él.
—¿me lo pediste por culpa de Delly?
—Peeta…no…ya te lo dije, te lo pedí porque te amo— o al menos eso creía, mi subconsciente me decía que quizás también quería hacerle más mío delante de ella.
— de acuerdo…— beso mi cabeza— no debes de estar celosa, no tiene ninguna oportunidad.
Sonreí contra su pecho abiertamente. A mi "yo" inseguro le gustaba oír las cosas tan especiales que Peeta decía de mí. Me sentía halagada, querida y amada. Sin duda Peeta era lo mejor que me había pasado. Podría decir que incluso mejor que el nacimiento de Prim. Amaba a ese hombre y él me amaba a mí. No había nada más perfecto para mí que eso y este momento. Abrazados desnudos después de hacer el amor. Solo me arrepentía de no haberme tragado mis miedos antes y haber disfrutado de estos momentos con él antes. Pero las cosas siempre pasan a su debido tiempo, y que Peeta y yo empezáramos a demostrar nuestro amor de esta manera no iba a ser la excepción. Había pasado cuando tuvo que pasar, ni más ni menos. Justo cuando los ataques de Peeta eran casi inexistentes (eliminando el del día de mi cumpleaños) y yo era de nuevo más fuerte y autosuficiente. Nuestra relación ahora ya no podía salir mal.


1 comentario:

  1. Me leí todos los capitulos en unas hs. Me gustó mucho la historia. Espero el próximo!

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